La muy antigua, y hoy afamada, Semana Santa de Avilés

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Descripción

Autor: Alberto del Río Legazpi*, escritor y periodista asturiano.

Tengo escrito que las procesiones de la Semana Santa española tienen una línea trazada, entre la punta de Tarifa de Cádiz y el cabo Peñas de Asturias

Caminando por esa línea recta, transitas entre la emocionante explosión popular andaluza, la emocionada seriedad castellana y la distante sencillez asturiana, donde Avilés es la excepción que confirma esta regla.

Porque hoy -a diferencia de ayer, en torno a 1950, cuando reverdeció con fuerza, esta tradición- la Semana Santa avilesina cuenta con ocho cofradías y es una celebración -religiosidad al margen- espectacular. Tanto, que ha sido, oficialmente, declarada de Interés Turístico.

Pero la cosa viene de anteayer.

Y las primeras noticias del siglo XIII, aunque las abundantes se encuentran entre los siglos XV al XVIII. Se cuentan al menos unas 24 cofradías, entre ellas hermandades gremiales, que también compartían intereses sociales.

Algunas de las más antiguas eran la de San Sebastián, de patronato municipal, que contaba con capilla propia situada en la margen derecha de la ría.

La cofradía de ´San Roque´, quizá la más rica de todas, que también contó, desde 1649, con capilla propia en El Carbayedo. Más tarde, al desaparecer en 1718 la ermita de San Martín, integró la imagen del Nazareno, que desde entonces pasó a ser más conocido como ´Jesusín de Galiana´

´La Antigua´ que después se llamó del Carmen, que tuvo hasta 1723, capilla adosada a la parroquia de San Nicolás de Bari, nombre que desde los orígenes y hasta 1848, tuvo la actual iglesia de los Franciscanos.

La llamada ´Minerva´ del Santísimo Sacramento, patrocina muchos años por los descendientes de Pedro Menéndez de Avilés, Adelantado de la Florida.

En la parroquia de Sabugo (que desde el siglo XIII y hasta 1903 fue la iglesia de la plaza del Carbayo) destaca sobremanera la ´Virgen de la Soledad´, que siempre gozó de gran devoción. Y también la de la ´Virgen de las Mareas´, del gremio de mareantes con su exvoto del Barco de Santelmo.

En Rivero estaban las del ´Santísimo Cristo y San Pedro´, aparte de la ´Anunciación´ del Hospital de Peregrinos, ubicado durante siglos en esa calle.

En cuanto a los ritos, que no diferían mucho de los actuales, hay datos que nos describen cuatro actos procesionales. El Martes Santo, desde la capilla de Rivero, la imagen de San Pedro era llevada en procesión hasta la parroquia de San Nicolás de Bari (al final de la calle La Ferrería), con un curiosísimo acompañamiento musical: un dúo formado por un bombardino y un trombón.

El Miércoles Santo, a las 4 de la tarde se celebraba ´El Encuentro´ de varios pasos. La escenificación tenía lugar en la, hoy plaza de Carlos Lobos, y entonces llamada de San Nicolás.

Allí acudían a las solemnidades del Jueves Santo las autoridades, vistiendo traje de terciopelo negro con espadín, y precedidas por un ´redoblante´ con tambor.

A las del Santo Entierro del viernes, los fieles iban provisto de potentes carracas, instrumento abracadabrante. A las 5 de la madrugada del sábado desfilaba la ´Virgen de la Soledad´, entre hachones encendidos.

Todo eso fue anteayer. Hoy la tradición continúa con Cristos, Vírgenes, algún poema de Antonio Machado, capuchones y muchos mirones.

Pero han cambiado tanto las cosas, que echando a pacer la fantasía diría, que, los desfiles ´semanasanteros´ españoles, comienzan en la plaza La Campana de Sevilla y terminan en El Parche, de Avilés. O viceversa.

Claro que, esto, es cuestión de fe. Créanme.

Por orden del señor alcalde de Avilés

«La celebración de los augustos Misterios a que nuestra religión consagra los días de la Semana Santa exige el mayor decoro, orden y compostura de los fieles en el templo y en las procesiones, y con el fin de que en esta parte, no padezca la bien merecida reputación de este pueblo, creo oportuno reproducir aquí los artículos de las Ordenanzas Municipales que se refieren a tan solemnes días, de cuyo exacto cumplimiento quedan encargados los agentes de mi autoridad.

«Art. 25: Desde las 12 del día de Jueves Santo, hasta las 10 de la mañana del Viernes, estarán cerradas las tabernas, cafés, billares y demás establecimientos de bebidas, y desde la misma hora del Jueves hasta las 10 del Sábado, no se permitirá que transiten por las calles los coches particulares.

«Art. 26: Las inmediaciones y puertas de los templos estarán, en días de solemnidades religiosas y en los demás constantemente expeditas y para ello se mantendrán libres de grupos por la policía, sin que tampoco sea permitido establecer en ellos puestos de ninguna clase, juegos ni espectáculos.

«Art. 27: Los que perturben las funciones religiosas u ofendieren gravemente los sentimientos de los concurrentes a ellas, lo mismo que los de cualquier culto de los tolerados, será entregado a los tribunales, respondiendo por los menores de edad sus padres o curadores».

(Bando del alcalde José Cueto. 1 de Abril 1892)

Nota

(*) Este texto está publicado también en el diario La Voz de Avilés-El Comercio, con fecha 1 de abril de 2012 y el mismo epígrafe, en la página dominical «Los episodios avilesinos», que Alberto del Río dedica a aspectos históricos, artísticos, biográficos y costumbristas.

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