Teléfonos: Oficina de turismo
Datos básicos
Clasificación: Etnografía
Clase: El concejo
Tipo: Varios
Comunidad autónoma: Principado de Asturias
Provincia: Asturias
Municipio: Avilés
Parroquia: Avilés
Entidad: Avilés
Comarca: Comarca de Avilés
Zona: Centro de Asturias
Situación: Costa de Asturias
Dirección: Aviles
Código postal: 33402
Cómo llegar: Del ribero medieval a la calle de Rivero
Dirección digital: 8CMPH35G+82
E-mail: Oficina de turismo
E-mail: Ayuntamiento de Avilés
Sobre Avilés: Cosmopolita, marinera, medieval, dinámica y metropolitana, así es la ciudad de Avilés y su entorno.
Tipo de turismo: accesible, arquitectónico, carreras de montaña, cementerios, cicloturismo, compras, costero, cultural, espacios protegidos, eventos, gastronómico, industrial, lgtb, marítimo o de cruceros, monumental, negocios, ornitológico, religioso, reuniones y congresos, rural, seminarios y convenciones, sol y playa, urbano o de ciudad y viajes de incentivo.
Del ribero medieval a la calle de Rivero
Nota: No disponemos de foto de Del ribero medieval a la calle de Rivero, mostramos un detalle del mapa de la zona. Si observa algún error en el contenido, agradecemos use el formulario que hay a pie de página.
Descripción:
- Autor: Alberto del Río Legazpi*, escritor y periodista asturiano.
En el siglo XVII el Concejo (o Ayuntamiento) de Avilés decidió -dada la estrechez con la que se vivía en el recinto medieval- extender la ciudad fuera de las murallas, hacia el sur, a terrenos libres de mar y marismas.
Y así brotó una plaza, en principio triangular (El Parche actual, que como se ve, ya nació con vocación de tal), con un palacio en cada vértice (Ferrera, el municipal, y el de García Pumarino) y dos vías soportaladas, tan célebres como celebradas: Rivero y Galiana.
Rivero es la única calle de la historia avilesina que nunca ha cambiado de nombre. Si acaso, mudó la ´b´ por una ´v´. Como Abillés, que con el tiempo, terminó llamándose Avilés.
Es muy antigua la existencia del Ribero, que así figura escrito en Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Avilés de 6 enero de 1485: «Reunidos en Ribero, arrabal de la villa de Avilés» que fue formándose en el camino que llevaba a la capital de Asturias, y que también era Camino de Santiago. Por lo que no ha de extrañar que allí se edificara -en 1515- un Hospital de Peregrinos, costeado por el enigmático Pedro Solís, (que ya tuvo su episodio). El albergue era un complejo con capilla y cementerio, que vino inmisericordemente a morir, a golpe de piqueta, en el verano de 1948.
La denominación ribero, corresponde a un vallado que se hizo en la zona para contener el agua, que bajaba -demasiado generosamente- por los prados del hoy parque de Ferrera, inundando frecuentemente casas y camino del lugar.
Pero por el agua, también tuvo molinos e incluso un Molinón.
Cosa histórica esta de las humedades en esta bendita calle, porque -actualmente- siempre que llueve de más, uno de los primeros lugares de Avilés que lo paga con inundación es el tramo final de la calle de Rivero.
Decididamente los vecinos no necesitan «ir a pasar el agua». A ellos les viene.
Por tanto, parece lógico que el emblema de la calle sea una fuente, la famosa de los Caños de Rivero (1815) y emplazada en un espacio semicircular con bancos de piedra, donde antiguamente se ubicó un lavadero público.
Cuadro costumbrista que se complementa con la vecina capilla del Santo Cristo de Rivero y San Pedro («San Pedrín» para los avilesinos), un antiguo humilladero que existía aquí desde hace siglos y luego transformado en ermita, con reparaciones sucesivas.
El arrabal del Ribero se ordenó como calle en aquel siglo XVII y se fue enriqueciendo en edificios, siendo hoy la rúa peatonal más larga y transitada de la villa.
Comienza, en su costado izquierdo, en un palacio barroco (hoy salas cinematográficas) y termina en una elegante y sencilla casa, en cuyo bajo domicilia una farmacia. Otra muestra más, por si no había suficientes, del llamado «Barroco Boticario de Avilés», aquel donde las mansiones se asocian a las boticas. Curioso y singular estilo artístico que, ya me contarán a mí, en qué otro sitio del mundo se da.
El palacio lo mandó construir, en 1700, el gozoniego Rodrigo García Pumarino, recién venido del Perú, y que al poco de instalado en él, lo intercambiaría con la casa que en Sabugo tenía la familia Llano-Ponte.
Y el obispo Juan Llano-Ponte, en 1795, costeó el alcantarillado (agua va, otra vez) de ese tramo de Rivero, suprimiendo -de paso y como el que no quiere la cosa- algunos soportales que impedían el tránsito de su carruaje.
Rivero es de tramos largos y soportalados. Y sus vecinos son gente muy orgullosa de su histórico barrio. Razón llevan, porque es un encanto, que está contado en los libros, y cantado en los escenarios.
Contada por escritores como Armando Palacio Valdés (1853-1938), que de niño vivió en esta calle.
Cantada, por ejemplo, en la zarzuela «La pícara molinera» (1928), donde su estribillo más conocido -sacado del cancionero tradicional asturiano- dice «calle la del Rivero, calle del Cristo, la pasean los frailes de San Francisco».
Y lo que queda por contar de este Rivero de hoy, ayer del Rivero y anteayer del Ribero.
Y no le doy más vueltas., que Rivero es mucho Ribero.
Nota
(*) Este texto está publicado también en el diario La Voz de Avilés-El Comercio, con fecha 22 de abril de 2012, el mismo epígrafe y el subtítulo «La popular y soportalada rúa avilesina, donde el agua es una sorprendente protagonista», en la página dominical «Los episodios avilesinos», que Alberto del Río dedica a aspectos históricos, artísticos, biográficos y costumbristas.
Historia de Avilés
Las primeras noticias de la presencia humana en el concejo datan de la Prehistoria. Por los pocos restos que nos han llegado —un hacha del Paleolítico Inferior y tres del Neolítico, estas últimas encontradas en La Rocica—, esta presencia fue más bien escasa. Se desconoce, igualmente, si en el concejo existieron castros. Hay mucha vaguedad también sobre el origen de Avilés. Se supone que proviene de un asentamiento romano cuyo poseedor se llamaba Abilius. Se han encontrado escasos y dispersos materiales de ese período: un capitel de mármol, de orden corintio, reutilizado como pila bautismal en la iglesia de San Nicolás de Bari, y monedas romanas en la ría, Sabugo, Llaranes y La Carriona.
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1DXS5G8 M881721 SNN5R8A EO2T5EJ
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