Lamela, Yago

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Lamela, Yago | Reseñas históricas | Arte, cultura y deporte | Deportistas | Avilés | Comarca de Avilés | Centro de Asturias | Costa de Asturias | Asturias | Principado de Asturias | España | Europa.

Descripción

El gran atleta asturiano Yago Lamela —nacido en la villa de Avilés el 24 de julio de 1977—, saltador de excepcionales condiciones, al que las lesiones impidieron una más larga y aún más exitosa carrera deportiva en la élite mundial, obligándole a abandonar la competición en el verano de 2008, casi una década después de su histórico salto (8.56 metros) en Maebashi (Japón), con el que consiguió la primera de sus cuatro medallas en Mundiales.

Sus logros deportivos más importantes fueron los siguientes:

  • Recordman de Europa indoor 1999-2009
  • Subcampeón del Mundo en Sevilla 1999
  • Bronce en el Mundial de París 2003
  • Bronce en el Campeonato de Europa celebrado en Munich 2002
  • Campeón de Europa sub-23 en Göteborg 1999
  • Subcampeón del mundo indoor Maebashi 1999 y Birmingham 2003
  • Subcampeón de Europa indoor Viena 2002

Sus inicios

Todo comenzó en 1984. Tenía 7 años y decidió correr (como muchos otros niños de Avilés) «Mi Primer Cross», una carrera popular de unos 400 o 500 m, destinada a los más jóvenes. Un noveno puesto le satisfizo y decidió apuntarse a la Asociación Atlética Avilesina, uno de los clubes locales. Se dedicó a correr carreras populares durante unos años, unas veces con éxito y otras no tanto… Sin embargo, su padre observó en los juegos de niños un cierto talento innato en él para el salto, y decidió que sería lógico que se entrenara para ello.

Con Carlos Alonso como su entrenador en Avilés, llegó a los 6 metros con 13 años. Los 7 m los alcanzó poco después, a los 15 años. A los 16 decidió ir a entrenar a Oviedo con un entrenador especialista en saltos, Juan José Azpeitia, ex saltador de longitud. Las cosas salieron bien. Con 18 años logró sus dos primeros saltos por encima de 8 m.

Ese año (1996) se presentaron al Campeonato Mundial Junior en Sydney (Australia) con el firme propósito de conseguir un puesto en el podio. La competición se mostró muy dura y Raúl Fernández, otro saltador español, le relegó al cuarto puesto tras superarle en su último salto. Una gran oportunidad perdida, pensó, y decidió que tendría que entrenarse con mucho más ahínco si quería conseguir lo que deseaba.

La explosión

Yago completó dos años estudiando y compitiendo por la Universidad de Iowa State, en EE.UU., donde conseguió saltar 8 m por primera vez y ganó 2 títulos de All-American. Tras esa época llena de aprendizajes retornó a Asturias con Azpeitia y las cosas volvieron a marchar bien en el invierno de 1998 para 1999. Conseguió entrenar sin ninguna lesión y, gracias a su juventud, mejorando todos sus parámetros físicos con rapidez.

Los resultados no se hicieron esperar en la temporada de pista cubierta y empezó a rebasar los 8 m en todos sus saltos y a batir el réecord de España casi en cada competición. Consiguió clasificarse para el Campeonato Mundial en pista cubierta con una mejor marca personal de 8.22 m, una buena marca, pero no lo suficiente como para colocarse entre los favoritos. Allí estarían los mejores, incluyendo a su ídolo Iván Pedroso, uno de los más grandes atleta de todos los tiempos.

La prueba comenzó como era de esperar: Iván en su primer salto se fue hasta 8,46 m para prácticamente asegurarse el oro y poder echarse a dormir. Yago mantenía un concurso en progresión: 8,10 m - nulo – 8,29 m - ¡8,42 m!; para sorpresa de todos, en su cuarto intento conseguía una marca de medalla segura y además se acercaba peligrosamente al primer puesto de Iván.

Llegó la última ronda de saltos, Yago ya tenía asegurada la medalla de plata y no tenía nada que perder. Acompañado por el rugido de la afición española se aproximó a la tabla de batida con la máxima intensidad y salió catapultado. Atónito, leyó la distancia que reflejaba el marcador: ¡¡8,56 m!!, nuevo récord de Europa, y se colocaba en primera posición a falta del salto de Iván Pedroso. El cubano despertó de su letargo y forzó su ultimo salto hasta conseguir su mejor marca personal con 8.62 m y su posición lógica de vencedor. A pesar de ello Yago estaba feliz con su récord de Europa, su primera medalla internacional y además poniéndoselo muy difícil a una leyenda.

Cara y cruz

La vuelta de Maebashi fue muy sorprendente. Parecía que la actuación de Yago Lamela en el Campeonato Mundial había calado en la afición y los medios de comunicación; en el aeropuerto de Madrid una marabunta de periodistas y aficionados le esperaban a él y al otro medallista en el Mundial en 1.500 m, Andrés Díaz. Todo resultó muy emocionante pero Yago también sabía que las expectativas sobre él serían mucho mayores, ya no bastaría con saltar 8.10 o 8.20 m.

Conscientes de su situación, Yago y Juanjo se pusieron manos a la obra para preparar la temporada al aire libre. Yago comenzó bien, ya que en la primera competición tras Maebashi consiguió batir el mítico récord de España de Antonio Corgos de 8,23 m y continuó con una temporada de ensueño. En Suecia se proclamó campeón de Europa sub-23 con un récord que aún perdura. En Italia volvió a saltar más de 8,50 m. Aún tenía 21 años en aquellos momentos, de modo que parecía que los grandes saltos durarían para siempre.

Resolvió el Campeonato del Mundo al aire libre con otra plata para el medallero español y una buena marca. De ahí se fue a Bruselas, una competición de la Golden League. Allí, en el calentamiento se encontraba como nunca, llegaba a 8 m prácticamente sin esfuerzo, así que vio una buena oportunidad de batir su récord. Sin embargo, una caída defectuosa en la arena le dejó tirado encima del foso de saltos. Su rodilla se había lesionado y le sacaron del estadio en camilla entre fuertes dolores. Le esperaban unas vacaciones de dos meses en muletas antes de poder volver a entrenarse. Tras la lesión de rodilla, comenzó a entrenarse para los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Desgraciadamente, a los pocos días un accidente en una escalera le rompió los ligamentos del tobillo: otros dos meses mas de baja; él y su entrenador se empezaron a poner nerviosos. Deseaban hacerlo muy bien en Sydney y las cosas se complicaban. Otra vez reanudaron los entrenamientos y a los pocos meses otro contratiempo: una fuerte rotura fibrilar le tiene otro mes de baja; sin embargo, Yago y Azpeitia querían ser positivos.

Con todo, esa temporada consiguió saltar 8,22 m y clasificarse para los JJ. OO. Aunque no estaba en su mejor momento, tanto Juanjo como él confiaban en su competitividad y se trasladaron a Sydney para participar en la Olimpiada. Los malos presagios se hicieron realidad ya en la fase de clasificación. Sencillamente quedó eliminado. Fue, sin duda, un amargo premio a sus esfuerzos por intentar llegar a Sydney en forma a pesar de los contratiempos.

A la vuelta y tras meditarlo largamente, Yago tomó una decisión que cambiaría el camino de su carrera atlética. Con un abrazo se despidió de Juanjo y voló rumbo a Madrid para entrenarse con Juan Carlos Álvarez en el Centro de Alto Rendimiento. A pesar del esfuerzo de Juan Carlos y el suyo, las cosas no les fueron bien y Yago finalizó el año 2001 prácticamente en blanco. Podría decirse que los dioses del olimpo no estaban de su parte por aquel tiempo. Preocupado, Yago se reunió con Julia García, su representante, y decidió volver a cambiar de aires.

En Valencia

En diciembre de 2001 decidió trasladarse a Valencia para entrenarse con Rafael Blanquer, también ex saltador como Azpeitia y entrenador de renombre, confiado en que volvería a tomar la senda de la élite. En Valencia recibieron a Yago fantásticamente y en sólo dos meses de entrenamiento se proclamó subcampeón de Europa Indoor y volvió a saltar habitualmente más de 8 m. Terminó el año 2002 con otra medalla en el Campeonato de Europa al aire libre de Munich y satisfecho.

Llegó el año 2003 y, ya completamente acoplado al entrenamiento de Blanquer, empezó a conseguir en los entrenamientos invernales resultados sorprendentes. Una vez que entró en competición las marcas no se hicieron esperar. En pista cubierta terminó como número 1 del ranking mundial con 8.43 m y venció en todas las competiciones internacionales en las que participó, excepto en el Campeonato Mundial Indoor, donde se proclamó subcampeón del mundo a tan sólo un centímetro del oro que consiguió el americano Dwight Phillips.

Al aire libre Yago y Blanquer esperaban resultados muy importantes; consiguió el salto más largo del mundo aquel año con 8.53 m y al menos una docena de saltos por encima de 8.30 m, terminando la temporada con una medalla de bronce en el Campeonato Mundial. Una increible cosecha para un año de ensueño.

Se acercaba 2004, año de la Olimpiada de Atenas, y como cualquier deportista de élite, Yago quería hacer un buen papel allí. Durante el invierno él y su entrenador hicieron un trabajo descomunal en cuanto a volumen e intensidad siempre con la vista puesta en estar en forma durante los Juegos, pero parecía que año olímpico y salud no iban juntos para él. Tres meses antes de los Juegos comenzó a sentir fuertes molestias en el pie con el que saltaba que terminaron por impedirle saltar ni entrenando ni en competición. El verano se volvió agobiante ante la proximidad de los Juegos, ya que sus esfuerzos por remediar las molestias fueron inútiles. Pocas semanas antes consiguió competir con anestesia en su pie e hizo la marca necesaria para participar en los Juegos. Aquellas condiciones ya las había vivido antes, aunque no perdía la esperanza de obtener un buen resultado en Atenas. Viajaron a Atenas y, sorprendentemente, Yago logró clasificarme para la final otra vez con el pie anestesiado aunque muy debilitado. En la final logró un meritorio decimoprimer puesto teniendo en cuenta las condiciones, y de la capital de Grecia se fue directamente a Finlandia a operarse el pie con uno de los mejores especialistas, ya que los médicos decidieron que no existía otra solución.

La vuelta

La recuperación de la operación se complicó y pasó la temporada 2005 en blanco y luchando con todos los medios por recuperar sus capacidades. Durante ese tiempo decidió que llevar la recuperación por su cuenta iba a ser lo mejor y, agradecido, se lo comunicó a Blanquer. Aun residiendo en Valencia, pasó prácticamente un año tratando las dolencias con sus fisioterapeutas de confianza, con la ayuda de los servicios médicos de la Federación de Atletismo y entrenando lo poco que podía en soledad. Fue un año muy duro. Pasar más de un año cojeando no es algo que a un atleta de élite le haga pensar en positivo.

A pesar de todo consiguió mantenerse físicamente y su esperanza de volver a la alta competición continuaba intacta. Su plan era intentar recuperarse y hablar con Juanjo Azpeitia, el entrenador con el que había conseguido sus mejores marcas y que le había ayudado en situaciones parecidas a la que estaba viviendo. Sentía que si quería volver a conseguir grandes resultados o incluso mejorar los anteriores, él era su hombre.

En mayo de 2006 Juanjo recibió una llamada telefónica suya y, con actitud abierta, quedaron en reunirnos en la ciudad asturiana de Oviedo. Yago se trasladó a Asturias inmediatamente; comenzaron los entrenamientos y un trabajo de reconstrucción con la mirada puesta muy arriba.

El adiós

En 2006, tras un año en blanco, estuvo a punto de reaparecer. Se encontraba bien, con ganas, fuerte. La primera competición iba a ser en Avilés, y justo la semana antes se rompió los dos tendones. Resultado: otro año perdido. Volvió a operarse a comienzos de 2007, y quedó muy mal. Se intentaron otros métodos de recuperación, pero sin éxito. Estuvo siete u ocho meses cojeando, y en ese tiempo perdió toda la musculatura, y los tendones le quedaron muy finos. Recuperarse le iba a llevar mucho tiempo, y sin saber muy bien hasta dónde podía llegar. Tampoco estaba bien anímicamente, y además estaba pensando en otras cosas de futuro.

Un día de verano de 2008, en una jornada de entrenamiento en Madrid, Yago estaba haciendo una sesión de velocidad y todo iba bien hasta que de repente se rompió un gemelo. Se marchó de la pista y decidió abandonar definitivamente la competición.

Fuente: Página web de Yago Lamela - EuroWeb Media, SL.

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Cosmopolita, marinera, medieval, dinámica y metropolitana, así es la ciudad de Avilés y su entorno.

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Comarca de Avilés

Combina costa e interior y ostenta varios ‘récords': la última gran obra de Niemeyer, el casco histórico mejor conservado de Asturias, la primera piscina fluvial, los carnavales más famosos, uno de los quesos azules más sabrosos, y cuna de la única mina submarina de España.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Avilés, Castrillón, Corvera de Asturias y Illas. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«El Monasterio de San Salvador de Cornellana: Ubicado en Salas, este antiguo monasterio benedictino es uno de los más antiguos de Asturias. Su construcción se remonta al siglo XI y presenta una interesante mezcla de estilos arquitectónicos románico y gótico. El monasterio alberga un impresionante claustro y una iglesia con hermosas vidrieras.»

Resumen

Clasificación: Reseñas históricas

Clase: Arte, cultura y deporte

Tipo: Deportistas

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Avilés

Parroquia: Avilés

Entidad: Avilés

Zona: Centro de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Comarca: Comarca de Avilés

Dirección: Aviles

Código postal: 33402

Web del municipio: Avilés

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Avilés

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