Suárez Solís, Rafael

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Suárez Solís, Rafael | Reseñas históricas | Arte, cultura y deporte | Escritores | Avilés | Comarca de Avilés | Centro de Asturias | Costa de Asturias | Asturias | Principado de Asturias | España | Europa.

Descripción

No deja de sorprender el hecho de que algunos autores avilesinos de cierto empaque sean desconocidos no sólo por aquellos que tienen el deber de enseñar y dar a conocer la cultura, sino incluso por aquellos que por ser sus paisanos deberíamos velar porque sus nombres perduraran y su obra se divulgara.

Familia y nacimiento

Uno de ellos es el escritor, articulista, novelista y dramaturgo Rafael Suárez Solís, natural de Sabugo, Santo Tomás de Avilés. Su nombre completo es Rafael Benito Agustín, Benito seguramente se le impuso por llamarse así el padrino, y Agustín por haber nacido en la noche de San Agustín, día 28 de agosto de 1881, pero a las tres de la madrugada, por lo cual fue asentado como nacido el día 29 (Archivo parroquial de Santo Tomás / Avilés, libro 10, folio 13, vto.). O sea, podríamos decir que sentimentalmente nació el día de San Agustín, pero astronómicamente al día siguiente. Es un dato a corregir en todas sus biografías.

Se bautizó el día 9 de septiembre, siendo sus padrinos Benito González y Evelia de Ovies, posiblemente una hermana del sacerdote que lo bautizó: Rvdo. Juan de Ovies. Sus padres fueron Rafael Suárez Estrada, natural de San Tirso de Oviedo, y Adolfina Suárez Solís Váquez, natural de San Nicolás de La Habana (Cuba). Abuelos paternos: Manuel Suárez Estrada y Joaquina Estrada, ambos de Las Regueras; maternos: José Suárez Solís, natural de Avilés, y Mercedes Vázquez, de San Nicolás de La Habana. El matrimonio Rafael y Adolfina tuvieron al menos siete hijos: María Amor, que fue monja adoratriz, fundó varias casas de su congregación por España y América y falleció en Alicante; Rafael, el escritor; Jesús, que muere en Buenos Aires; Acacia, que emigra también a Buenos Aires y estuvo casada con Manuel Rodríguez y Rodríguez Maribona, de cuyo matrimonio nace Juana (Juanina), que casó con José Díaz de Teherán y son los padres de Acacia Rodríguez, que me facilitó estos datos.

Todos los autores que lo citan adolecen de falta de datos e incluso de errores, sobre todo con respecto a la fecha de su muerte (Enciclopedia temática de Asturias, tomo 6, p. 239; Gran Enciclopedia Asturiana, t. 13, p. 225; Elvira Castañón, Historia de la Literatura Asturiana en castellano, Ed. Ayalga, Salinas, 1978, p. 223; Jorge Domingo Cuadriello, Los españoles en las letras cubanas durante el siglo XX. Diccionario bio-bibliográfico, Sevilla, Junta de Andalucía-Editorial Renacimiento, 2003, pp. 161-162; etc.), pues apuntan como fecha de su muerte el año 70, siendo así que fue el 27 de octubre de 1968 en la ciudad cubana de La Habana.

Más sorprendente aun resulta el que no aparezca ni su nombre ni la más mínima noticia sobre él en la obra de Españolito (Constantino Suárez: Escritores y artistas asturianos, t. VI, Oviedo, 1957), con ser los dos avilesinos y coetáneos, llevar el mismo apellido, vivir ambos en Cuba y escribir en los mismos periódicos. Algo a todas luces inexplicable o al menos sorprendente, aunque no por ello deja de ser menos meritoria la labor que llevó a cabo.

Su infancia en Avilés

Émulo de Palacio Valdés, es otro avilesino que pasa sus primeros años en esta «Villa-Ensueño», «Atenas de Asturias», o «Sanatorio de Poetas» como la calumniaban los de Oviedo, y de la que él guardaba recuerdos que hoy nos sirven para completar en cierta medida las lagunas biográficas de su infancia. También él podría haber escrito «La novela de un... periodista». Veamos cómo rememora a su Avilés:

«Cuando el recuerdo nos lleva de nuevo a la niñez notamos que todos nuestros conocidos de entonces fueron personajes, y singular cada uno de ellos. El pueblo mismo pequeño a ojos vistas, se vuelve enorme recordado, como nos había parecido durante el desbordamiento de nuestras aventuras infantiles. Nos acordamos de cuando evadidos de la vigilancia familiar, llegábamos hasta los límites urbanos en que se hallaba aprisionado el pueblo: la ría con su otra orilla de arena deslumbrante, sus huelgas fangosas, y más allá los oscuros bosques de pinos y eucaliptos, y aún más lejos un horizonte de montes verdes teñidos de azul por la distancia [...]

Vencidos no sabíamos cómo soslayar la risa del borracho, el ceño del guardia municipal, el desdén fatuo de los niños buenos, la angustia de la madre y la severidad paterna. Con la cabeza gacha nos rebelábamos contra nuestro destino cuando en una calle oscura, divisábamos la esfinge amodorrada de un hombre detrás del mostrador de su tienda, donde nunca habíamos visto entrar a nadie ni sabíamos lo que guardaban unos anaqueles invisibles; o, en los soportales de una pequeña plaza solitaria, al hombre embozado junto a una columna que hablaba sin voz a una mujer asomada a un balcón y que sólo él veía; o al cura que regresaba de la novena, y al que tendríamos que dar cuenta algún día de nuestras escapatorias por los caminos del infierno... Todos personajes netos del más alto al más bajo, del más pobre al más rico; unos enormemente bondadosos, otros enormemente malignos... Y los tontos, siempre con la misma careta de Carnaval; y los locos siempre sin cara humana; de cuya boca aprendíamos el miedo a la palabra. Y las mujeres... Aunque entonces no había mujeres, sino figuras celestes, a las que llamábamos madre, hermana, monja, señora, niña... Y las novias, ya que las de los mayores empezaban todas a parecerse un poco a la que, como mujer, pasado el tiempo, sería la de uno: el primer presentimiento que nos adelantan a la idea de que también nosotros seríamos hombres algún día. ¿Hombres? Quizás nunca. Tal vez borrachos, tontos, guardias, poetas...; algo así como aquel hombre detrás del mostrador en la oscuridad de una calle sin salida. Un presentimiento de lo que sería el mundo que ahora es... [...]

Pero volvamos a las pequeñas comedias de allí. De representarse en Avilés los más viejos de la comarca apenas otorgarían a los personajes un ligero parecido. Sí —me diría uno de mis viejos compañeros de la infancia—; coexistieron con ese porte y ocupación, pero... «peros» a los que yo replico: ¿Pero qué? Pregunta esta que no sabría contestar el otro, ese aprendiz de viejo que se quedó petrificado como madrépora, en el fondo del lago que es la villa sumergida en la lluvia. De darle yo cuerda dramática me hablaría de las grandes transformaciones conseguidas al ritmo de los años. Y hasta para ponerme en un aprieto y agregaría: «Las cosas que relatas en tus comedias no terminaron como cuentas. Por ejemplo Barrabás...»» (Rafael Suárez Solís, Teatro. Comedias de Allí. Barrabás, El camino del Cementerio, El loco del año, Las tocineras... Tomo primero. Ediciones Hispanismo. México, 1954. Prólogo/Advertencia, pp. 11 y ss.).

Estudiante de ingeniero, al fin periodista

Rafael Suárez Solís cursó la primera enseñanza y el bachillerato en Avilés siendo discípulo de Marcos del Torniello. Pasa luego a cursar tres años de ingeniería en la Universidad de Oviedo, posiblemente a instancias de su padre. «Intenté ser ingeniero y acabé en periodista... y no está de más afirmar, para satisfacción de mi orgullo, haber pertenecido a la primera promoción de estudiantes españoles que en la Universidad de Oviedo, a fines del siglo pasado, se enfrentó con la teoría de la relatividad: la geometría de las dimensiones» (revista Índice, Autorretrato, números 124-125. Madrid, abril-mayo 1959). Pero por lo que se deja entrever de las palabras de su incondicional amigo Luis Amado Blanco, su ingreso fue a contrapelo de sus aficiones literarias, por lo que abandona los estudios en tanto que colabora en publicaciones asturianas. Un botón de muestra más de sus años de niño en Avilés aparece en la dedicatoria a Amado Blanco de Las tocineras. Así dice al hablar de su padre, médico:

«Tú conociste a mi padre. Era al decir de la gente un buen médico. Pero más que por su ciencia era admirado por su porte: el hombre más elegante que conocí en mi vida. Y no tengo reparo en propalarlo, al margen de toda vanidad filial porque de su señorío quiero sacar una enseñanza del mejor estilo revolucionario.

Te acordarás que en su despacho de galeno había un gran retrato suyo pintado al óleo por aquel buen artista asturiano que se llamó don José Robles, padre de la primera actriz Margarita. Mi padre aparecía en el retrato vestido como un inglés de la escuela de Brummel, los brazos cruzados sobre el tórax, la mirada punzante, la barba arábiga y la sonrisa irónica. A uno y otro lado sendos retratos de sus padres. Mi abuelo con patillas y atuendo de campesino, pues lo había sido. Mi abuela con manta atada atrás y pañuelo de colores anudado a lo alto de la cabeza... [...] La pomarada del paraíso de mi abuelo era la más lucida de Candamo» (Comedias de Allí. Las tocineras, p. 195).

Era don Rafael Suárez Estrada, en efecto, uno de los mejores médicos del Avilés de entonces junto con don Arturo, el Dr. Germán Cantalapiedra y el Dr. José Ocaña. Su elegancia le llevaba hasta encargar las corbatas a Londres y a visitar a sus enfermos en un landó tirado por caballos andaluces. Con respecto a los abuelos, de cuyos retratos habla a Luis Amado, eran ambos de Las Regueras, no de Candamo, a no ser que hayan cambiado de domicilio con el tiempo. Este concejo vuelve de nuevo a salir en la dedicatoria que hace en Barrabás a un tal Benjamín Menéndez... «Conozco la historia de tu borrico candamino... Lo cargabas en Candamo para ir a vender a Avilés las frutas del huerto de tu padre, lo amarrabas al tronco de la higuera que había en el patio de la taberna de Campanal, donde por una peseta te hartabas de sardinas y de sidra...» (Comedias de Allí. Barrabás, p. 21).

Entre Cuba y España

Dejamos sus recuerdos de juventud para encontrarlo finalmente a sus 26 años en Cuba en 1907. Allí empezó a trabajar como corrector de pruebas del Diario de la Marina. En este rotativo estuvo varios años, ocupando distintos cargos: redactor, jefe de redacción, subdirector, para terminar como director. Se hizo ciudadano cubano en 1911.

Rafael se casó en primeras nupcias con María Teresa Moré, de cuyo matrimonio tuvo cuatro hijos: María Teresa, que falleció en Puerto Rico en 1968; Rafael, que aún vive en La Habana; Félix, y Adolfina, que vive retirada en Miami. Se casó luego en segundas nupcias con Berta. Tiene actualmente también cuatro nietos.

En colaboración con Eduardo Álvarez de Quiñones escribió la astracanada cómico-lírica Gargantúa, que fue estrenada en el teatro Martí en 1918. Varios poemas suyos aparecieron en la antología Los argonautas (1924).

En Avilés tuvo en su adolescencia una novia llamada Esperanza Prada. Y cuenta su sobrina nieta Acacia que en una ocasión con motivo de una visita a Avilés, ya bastante anciano, cuando la vio la abrazó efusivamente. «Basta, basta, Rafael –le dijo ella en una expresión que bien podría haber copiado para una de sus comedias–. ¿No ves que nos van a criticar? Y siempre habrá alguna por ahí que diga: «Vilos yo, vilos yo...»».

Entre 1927 fue corresponsal del Diario de la Marina en Madrid y colaborador (1927-1930) de la Revista de Avance, prestigiosa publicación cubana, en la que se publicaron firmas tan importantes como las de Waldo Frank, Máximo Gorki, Alfonso Reyes, Ezra Pound, Jean Cocteau, Juana de Ibarbourou, Jorge Mañach, Alejo Carpentier, etc. Con Carpentier mantuvo Rafael una interesante correspondencia aún por publicar.

En septiembre de 1928, de regreso a La Habana, es nombrado director del Diario de la Marina. Para festejar tal asignación y despedirlo con todos los honores, un buen número de ilustres literatos y periodistas del Madrid de entonces le obsequiaron con un banquete (La Voz de Avilés, 5 de marzo de 1928). Poco después de su llegada a Cuba pronuncia en el teatro Campoamor la conferencia «Reflexiones juveniles de estética», que auspició la Institución Hispano-Cubana de Cultura.

A partir de 1930 estuvo entre los redactores de España Republicana y tomó parte en la fundación de la Alianza Republicana Española, de Cuba. Involucrado en actividades de oposición a la dictadura de Machado, sufrió condena en el Presidio Modelo de isla de Pinos durante varios meses. La causa de esta condena fue que el día 3 de enero de 1931, reunido el Directorio estudiantil en su casa, es detenido por la policía e internado en el presidio de El Castillo del Príncipe. Juntamente con él detuvieron a algunos más, entre los que se encontraba Pablo de la Torriente Brau, que escribiría una serie de once artículos en dicha cárcel titulados «106 días preso», publicados en El Mundo (El Mundo. La Habana, días 26, 28, 29 y 30 de abril, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8 de mayo de 1931, pp. 11 y 13).

Corresponsal y dramaturgo

En 1934 lo encontramos como periodista del diario republicano madrileño Luz, en el que Casona hace también unas declaraciones sobre su labor pedagógica y literaria hasta entonces (Luz, 12 de diciembre de 1933). El estallido de la guerra civil española en 1936 lo sorprende aún en Madrid y durante varios meses fue corresponsal en el frente, junto a las fuerzas leales al gobierno republicano. En noviembre de 1936 llega de nuevo a La Habana, desde donde, a través de numerosos artículos, respalda a la República.

Forma el grupo teatral La Cueva juntamente con Jorge Mañach, Francisco Ichaso, Amadeo Roldán y José Ardévol. En 1939 obtiene el importante premio periodístico «Justo de Lara». La obra Barrabás se estrena en 1938 durante el mes de junio en el teatro Principal de la Comedia. La obra, de ambiente avilesino, había sido premiada en 1937 por la Dirección de Cultura, quedando en quinto lugar entre las presentadas. Un segundo estreno de esta obra, llevado a cabo por el Auditorium, tuvo lugar en el Patronato de Teatro de Cuba, el día 16 de diciembre de 1943. Fue publicada poco tiempo después en una primera edición (1944) y en México el año 1954 en un primer tomo titulado Comedias de Allí.

Según cuenta Amado Blanco (Luis Amado Blanco, Poesía y periodismo, Edición y estudio introductorio de Roger González Marteli. Ed. Azucel, Avilés, 2003, p. 328), la obra llevaba escrita desde el año 1935 por lo menos, puesto que fue leída en privado por el autor en un reservado madrileño, teniendo por oyentes a Alejandro Casona, Eduardo M. Torner, Constantino Suárez (Españolito) y el propio Amado Blanco. Ninguno de ellos lo conocía como autor dramático, cosa que causó más impresión en los presentes. Con todo, Españolito lo olvidó en su obra Autores y artistas asturianos. Tampoco Casona, que sepamos, lo cita en parte alguna. Sin embargo, Amado Blanco se deshace en elogios calificando la obra de gran esperpento valleinclanesco sin débito alguno para don Ramón. «Su prosa –sigue diciendo– alcanza una precisión verdaderamente mágica». Y ya en el colmo de la admiración añade: «Puedo decir sin exageración que ni Alejandro Casona con «La dama del alba» ni Federico García Lorca con «Bodas de sangre» han llegado más lejos...». Sencillamente creo que los elogios nos parecen excesivos ya que la obra, con ser una gran obra, sólo fue premiada con «mención honorífica» en el concurso convocado el año 1937 por la dirección de Cultura del Ministerio de Educación. El primer premio se otorgó a la comedia Sombra, de Ramón Sánchez Verona. Aunque, bien mirado, ya es meritorio que al menos un asturiano hable bien de su hermano y lo ensalce cuanto pueda. Ya vendrá el tío Paco de la envidia y el silencio con la rebaja.

Por otra parte y en contrapartida también Amado Blanco debe a la puesta en escena de La dama del alba de Casona el premio «Talía» que creó ese año el Patronato del Teatro para directores y actores. La obra fue, así mismo, seleccionada como el mejor espectáculo teatral del año por la ARTYC (Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos), lo que le valió a Luis Amado para ser seleccionado como el director más destacado de la temporada 1945-1946. Fue tal el éxito que la obra se siguió representando en octubre de 1947 por el grupo Farseros en el teatro Principal de la Comedia, y se volvió a representar el 15 de diciembre de 1950 por el Patronato del Teatro en homenaje a una delegación de la UNESCO. Sin duda que el triunfo del espectáculo fue debido en gran parte a la buena dirección de Luis Amado, pero no podemos olvidar que el texto y el argumento de la propia obra se prestan también al lucimiento. El propio Rafael Suárez hace sobre el estreno el siguiente comentario: «Este asturianismo de Casona necesita, para imponerse a la incomprensión de los que quieren comprender –y un buen público, como el de la noche del estreno, siempre comprende bien–, de un director con mucho de poeta. De ahí el gran triunfo local conseguido por Luis Amado Blanco administrando la representación de «La dama del alba». Lo misterioso dio a Luis Amado Blanco una feliz oportunidad para mostrarse otra vez un director de muy aguda inteligencia» (Rafael Suárez Solís: «Patronato del Teatro: La dama del Alba». Información, La Habana 23 de diciembre de 1945). Y otro comentarista añadirá: «El resto de los aciertos escénicos, insuperables. Ritmo, gradación emocional y lenguaje de formas compusieron una magnífica noche teatral» (Francisco Pares: «Nada menos que todo un hombre», Información, La Habana, 30 de marzo de 1947).

Regreso literario hacia Avilés

Al fundarse en 1940 la publicación Archivo José Martí integró Rafael su consejo de dirección y al año siguiente comenzó a dirigir Tiempo, pasando poco después a ser uno de sus redactores. Es por entonces cuando empieza a escribir sobre Avilés.

Colabora juntamente con Alejo Carpentier, Ricardo Riaño Jauma, Félix Pita Rodríguez y Antonio Martínez Bello, entre otros, en el diario Tiempo Nuevo, al menos a partir de 1940. Dirigido por Miguel de Marcos, publicó noticias variadas tanto nacionales como internacionales, notas deportivas y algunos trabajos literarios.

En 1942 participó activamente en la Feria del Libro celebrada en La Habana. Fue uno de los fundadores del Patronato del Teatro y comenzó a integrar el jurado permanente del Concurso de Cuentos «Alfonso Hernández Catá», en el que se mantuvo hasta 1946.

En 1944 es designado director de la sección de Bellas Artes y de la emisora CMZ, pertenecientes al Ministerio de Educación, con dedicación a la promoción de la cultura nacional.

En septiembre de 1945 se encuentra entre los fundadores del Pen Club de Cuba. Este club, de ámbito internacional, había sido fundado en Inglaterra en 1921. Sus siglas corresponden a Poetas, Ensayistas y Novelistas. El de la Habana lo fundó Jorge Mañach. Sus miembros se reunían para cenar y conversar una vez al mes en el Hotel París de la Plaza de la Catedral. Allí se daba cita la flor y nata de la intelectualidad cubana: Fernando Ortiz, Juan J. Remos, Francisco Ichaso, Emeterio Santovenia, Félix Lizaso, Roberto Agramonte, Ricardo Riaño, Guillermo de Zéndegui, Gastón Baquero, Enrique Labrador Ruiz, Rafael Estenger, Pánfilo Camacho, Rafael Marquina, Rosario Rexach, Anita Arroyo, Zoila de Flanagann, Alberto Delgado Montejo, Luis A. Baralt, Leví Marrero, etc., y, cómo no, Rafael Suárez Solís. Para ingresar en el Pen era necesario tener obra publicada. A Mañach lo sucedió Francisco Ichaso y uno de los últimos fue Ricardo Riaño Jauma, diplomático de carrera. Por allí pasaron, entre otros personajes, Jaime Torres Bodet, entonces secretario general de la Unesco; Octavio Méndez Pereyra, rector de la Universidad de Panamá; Guillermo Díaz Plaja, miembro de la Real Academia Española de la Lengua, etc.

Periodista

En 1948 el Patronato del Teatro estrena su pieza teatral La rebelión de las canas. En 1950 recibió dos importantes galardones periodísticos: el «José Ignacio Rivero» y el segundo premio «Juan Gualberto Gómez» en el género de artículo. En 1951 representó a Cuba en la Conferencia de la Unesco en París e integró la delegación cubana al Congreso de la Lengua celebrado en México. Se puede decir que en todo momento trata de fomentar en Cuba el interés por la música, la pintura y el teatro.

En 1955 recibió un nuevo premio periodístico, el «ESSO de Relaciones Humanas».

Durante la dictadura de Batista perteneció a la junta de asesores del Instituto Nacional de Cultura y del Instituto Nacional del Teatro. Fue tesorero de la Orquesta Filarmónica de La Habana, y miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos y de la Asociación de Reporters de La Habana.

En el período anterior a 1959 colaboró, entre otras muchas publicaciones, en Actualidades, Artes, Bohemia, Carteles, Facetas de Actualidad Española, Pay-Pay, Lyceum, Revista Cubana, Smart, Social, El País, Chic, Revista de Avance, suplemento literario del Diario de la Marina, Información, Revista Bimestre Cubana, Mirador Literario, Nuestra España, Pueblo y Surco... y seguramente en muchas más y cuyos trabajos sería menos que imposible catalogar puesto que se dice que publicó más de 17.000 trabajos periodísticos... Finalmente habría que repasar sus reseñas de viajes por varios países. Al caer la tiranía de Fulgencio Batista era periodista del Diario de la Marina. Fidel Castro es nombrado el día 1 de enero de 1959 por Manuel Urrutia presidente provisional, y comandante en jefe de las fuerzas armadas. Tras el triunfo revolucionario nuestro avilesino sigue publicando numerosos artículos en El Mundo y colabora también en la Gaceta de Cuba, Unión e Islas (Santa Clara). En 1966 la Unión de Escritores y Artistas de Cuba lo nombró Socio de Honor.

Como indicamos anteriormente, Rafael Suárez Solís inicia el ciclo de literatura avilesina en su obra cuando tenía sesenta años. Guardaba gran amistad con Amado Blanco. Se conocieron en Madrid por los años veinte, Amado estudiante en la Facultad de Medicina de la calle de Atocha y él corresponsal del Diario de la Marina. Aunque profundamente preocupado por la problemática cubana, siempre gustaba recordar la vida y paisanaje avilesino.

Toda su gran obra la podríamos dividir en: a) artículos periodísticos y ensayos, b) teatro, y c) novela. Hemos podido conseguir algunas obras suyas pero de la inmensa mayoría de su producción literaria solamente hemos podido conocer poco más que sus títulos.

En esta ocasión nos centraremos en su teatro y su novela.

Bibliografía

Dada la escasez de datos y no disponer de las obras ni siquiera del catálogo de las mismas, damos aquí en anticipo, y a modo de ensayo, una clasificación. Por esa misma causa, algunas fichas aparecen necesariamente incompletas y acaso con algún error de clasificación.

NOVELA

 

—Un pueblo donde no pasaba nada; novela del tiempo quieto (1962, 212 pp.) Se desarrolla en Avilés.

«En el pueblo de mi novela no pasaba nada entonces, vistos los hechos por lectores de hoy» (p. 17). La poesía, como la ponderaba Estanislao Sánchez Calvo, nacido en el pueblo donde no pasaba nada, es lo maravilloso positivo, cuya posibilidad descubren pocos.. Narra los sucesos de su infancia como los sintió... habla más de sueños que de sucesos. «Era aquella una villa de doce o quince mil vecinos. Pero ya entonces había allí un grupo de jóvenes que constituidos en Apostolado de la Impiedad, se dedicaban a enloquecer cada año a una mujer o a un hombre cuerdo. Justificaban su misión de este modo: Este es el pueblo más cuerdo de la nación y por consiguiente, el más estúpido. Los pueblos acomodados se deslizan por la pendiente de la pereza hacia el abismo del olvido. La razón absoluta lleva a la nada perfecta. Y sin una dosis de locura bien aplicada, los hombres y los pueblos caminan en línea recta hacia ninguna parte». En una de sus comedias que discurre en Avilés un personaje se escandaliza cuando oye hablar en el Casino de los Señores de un proyecto para establecer en el pueblo «una fábrica de no sé qué». «Se construyó la fábrica de no sé qué y otras más. Hoy el pueblo ferozmente industrializado tiene setenta y cinco mil habitantes. Han sido arrasadas muchas aldeas del contorno. Sólo se conserva a título de Museo Nacional, el casco de la villa en torno al Ayuntamiento. Se calcula que dentro de diez años (1972) el pueblo tendrá doscientas cincuenta mil almas siempre que entonces también a los hombres se les llame almas». Luego se pregunta: «¿Cómo puede estar un pueblo quieto durante tantos siglos?». Traicionaba una tradición gloriosa... Y hace una breve reseña histórica desde Alfonso VII (1155) y su Fuero hasta desembocar en el derecho de propiedad y disponer libremente de los bienes, no obligar a nadie a ir a la guerra a no ser cuando el rey fuese cercado, etc. Y termina la disertación con este piropo al Rey de la Patagonia... «que se adueñó de la Patagonia contra el derecho de la República Argentina –cosa totalmente falsa, ya que compró todos sus terrenos a los soldados a quienes la República se los donaba como compensación por sus servicios a la patria, ni ejerció el derecho de horca o pernada (¿dónde consta documental o fidedignamente?)– con flota propia para la exportación de sus productos y cónsules en los puertos europeos y americanos que le aceptasen el botín (botín, ¿por qué?) como si fueran mercancías garantizadas por convenios entre estados soberanos...» (que lo eran). Un avilesino más que denigra a su patria y a sus gentes. Qué le vamos a hacer. (p. 21). El pueblo donde no pasaba nada... Si llega a pasar... Pero su espíritu entre burlón y crítico no deja en mejor lugar a sus paisanos avilesinos, que a pesar de todo su cariño por la villa que le vio nacer, en su obra de cuando en vez pone a sus vecinos a caldo. Por ejemplo en una ocasión cuando estaban ensayando la obra de teatro Las tocineras, que como las otras tres hablan de Avilés, Berta, la mujer de Rafael, se acercó a Isabel, la mujer de Amado, que ensayaba esta obra, y le preguntó: –¿Es posible que un pueblo tan pequeño como Avilés dé tantos locos y tontos según saca a relucir mi marido en sus comedias? Yo sé que él cuenta por los dedos y que casi siempre se equivoca. Pero en sus obras da pelos y señales de cada uno y ésa no es cuestión de aritmética, sino de conciencia. Tú que eres tan avilesina como él dime la verdad. Ten en cuenta que vivimos bajo el mismo techo. A lo que respondió: —Tranquilízate. En Avilés no hay un solo hombre cuerdo. De mujer a mujer pocas palabras bastan. Los hombres no saben por qué secreta masonería del instinto nos entendemos las mujeres. Y por eso me creo en el deber de agregar algunas palabras exegéticas dedicadas al género masculino. Rafael simplifica así el diálogo: –Tranquilízate. A todos los avilesinos les da por lo mismo; por cantar y hacer versos. Y como todos cantan bien y versifican mal –menos mi marido que debe de andar mal de la cabeza porque versifica bien–, viven entre sí en la mayor armonía. No hay entre ellos desafinación que les perturbe ni ripio que puedan echarse a la cara. ¿Tu marido no canta? —Constantemente, aunque bastante mal. —Hazle el dúo, verás cómo mejora. ¿Y versifica? –A veces esconde lo que escribe cuando entro en su despacho. –Versifica. Puedes vivir tranquila a su lado. Sueña... En Avilés se vive en el fondo de un lago. ¡Llueve tanto!

La obra se ensayaba para ser puesta en escena por el Patronato del Teatro... (Universidad Central de las Villas. Dirección de Publicaciones. Publ. en la Imprenta Nacional de Cuba, Unidad 1237 Teniente Rey, nº 15, La Habana 1962).

TEATRO

Sus obras de teatro valen tanto para leer como para llevar a las tablas. Une su fantasía, grácil manejo del lenguaje y maduro dominio de la técnica al movimiento de sus personajes. Tres tomos pensaba publicar de las menos malas de sus obras, con cuatro obras en cada tomo: las «Comedias de Aquí»; las «Comedias de Allá» y las «Comedias de Allí». Sólo hemos podido dar con este último tomo.. Desconozco dónde y cuándo fueron publicados los otros dos. Él mismo confiesa que encuentra dificultad para estrenar y representar sus obras (Teatro, ob. cit. pág. 9).

Tomo I. Comedias de Allí. Ediciones Humanismo, México, 1954. Las cuatro tienen por escenario Avilés.

—Barrabás. Diez estampas románticas. Tres actos (1944). 86 pp.

Se la dedica a Benjamín Menéndez. Podemos conocer un poco el personaje por la dedicatoria: «Conozco la historia de tu borrico candamino, al que cuando eras mozo, rapaz aún, por culpa de tus irreverencias políticas, llamabas «Salmerón». Cuando lo cargabas en Candamo para ir a vender en Avilés las frutas del huerto de tu padre, lo amarrabas al tronco de una higuera que había en el patio de la taberna de Campanal; donde por una peseta, te hartabas de sardinas y sidra; y los días de buen negocio, porque la fruta de Candamo es la mejor del mundo, la gula te pedía esas preciosidades que se llaman fabada y centollo, tan excitantes para las empresas de la navegación por los océanos sídricos. Un día desaparecisteis de Avilés Salmerón y tú, pero no pasaron muchos años sin que tú y Salmerón volvierais a aparecer en el patio de la taberna de Campanal. Amarraste el burro al tronco de la higuera y te fuiste al chigre donde el tabernero acababa de poner la espita en el tonel de la sidra. Mientras bebías se armó en el patio una trifulca a la que no prestaste atención, por haber tú figurado en escándalos de más algarabía por tierras de España, Estados Unidos y Cuba, y seguiste indiferente sorbiendo culinos de sidra, en espera de que Campanal fuera a contarte lo que pasaba en el patio. Doña Gallito y doña Gallinita (Las Cucuruquinas), tías de Leopoldina, las dos chiquitas y ridículas, viejas y presumidas. Delgadita una (¿algo joroba?), regordeta la otra, siempre andan juntas, y sus expresiones y movimientos denuncian la misma mentalidad. Visten trajes costosos, muy chillones y adornados. Pepe Sánchez: Villanía Inocente Py .. San Perendengues: Perende. ¿De dónde eres...? de «per ende»».

—Camino de Cementerio. Tragicomedia en prólogo, intermedio y tres actos, divididos en tres cuadros, México, 1954.

—El loco del año. Farsa dramática en ocho jornadas; la primera y la última, respectivamente, sirven de prólogo y epílogo. México, 1946.

Esta obra está dedicada a Isabel Fernández de Luis Amado Blanco, y tomada de un hecho real que tuvo lugar en la antigua tertulia de La Curía jugando con el amor, la inocencia y la desesperante lentitud del tiempo echado a dormir bajo los soportales de Rivero.

—Las tocineras. Comedia en tres actos y prólogo. Estrenada en el Centro Asturiano de La Habana, 20 de septiembre de 1952. La acción tiene lugar en Avilés por el año mil ochocientos noventa y tantos.

En Historia de la Literatura Cubana (La Habana, 1967), dice Raimundo Lazo: «Su agilidad, su fastuosa riqueza de recursos verbales, su ironía a veces sarcástica parecen normas invariables de su estilo. Utilizando la magia de su arte verbal se complace en trasladar al lector a la región del sofisma, para dejarlo allí, o para sacarlo de allí, algunas veces. De este modo, es evidente que lo valioso de su obra está en lo formal de su estilo de escritor lúdico, ejemplo de flexibilidad».

Tomo II. Comedias de Aquí. De ambiente cubano.

—El Señor Milímetro (1945) ...

Tomo III. Comedias de Allá. De intención filosófica.

—El hombre es un adorno (1947).

—La rebelión de las canas (1948) ...

ARTÍCULOS Y OBRAS DE ENSAYO

La resonancia del silencio, selección de su obra.

—Costumbrismo satírico y ensayismo teatralizado.

—El hombre, la guerra fría y la bomba de hidrógeno (1955), 8 pp.

—Molde, Imagen. La Habana. Ediciones Revista de Avance (1928). 45 pp.

—Maldita (1914).

—La calle de los caldereros (1925).

—Molde. Imagen (1928), 45 pp.

—El arte de picar piedras; apuntes para un ensayo (1931), 63 pp.

—Toros en Fermoselle (1938), 33 pp.

—La resonancia del silencio (1941), 222 p.

—Uso y abuso de la guayabera, La Habana 1964 (en colaboración con varios autores: Isabel Fernández, Francisco Ichazo, Amado Blanco, Herminia del Portal...).

Se calcula que en vida escribió unos diecisiete mil artículos.

Epílogo

Con estas notas simplemente queremos recordar y rehabilitar a un autor cien por cien avilesino si no como residente sí como sufriente de añoranza y recuerdo, cualidades que rezuman su obra como lo atestiguan lo que llevamos dicho y aunque sólo sea un simple vistazo a toda su obra mayor. En ella damos con el continuo peregrinar a los rincones de su infancia en un eterno ritornelo, a las gentes del pueblo que lo vio nacer, a los amigos con los que compartió sueños y aventuras, ese Avilés del alma con el que tanto soñó y que tan profundamente se desentendió de él hasta casi perder su memoria.

Fuente: Reseña biográfica de Rafael Suárez Solís elaborada y facilitada por el párroco de Miranda D. José Manuel Feito, investigador asturianista. Julio de 2004

Concejo de Avilés

Cosmopolita, marinera, medieval, dinámica y metropolitana, así es la ciudad de Avilés y su entorno.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Avilés son: Castrillón, Corvera de Asturias, Gozón y Illas. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Avilés, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca de Avilés

Combina costa e interior y ostenta varios ‘récords': la última gran obra de Niemeyer, el casco histórico mejor conservado de Asturias, la primera piscina fluvial, los carnavales más famosos, uno de los quesos azules más sabrosos, y cuna de la única mina submarina de España.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Avilés, Castrillón, Corvera de Asturias y Illas. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«La fabada asturiana es un plato emblemático de la región de Asturias en el norte de España. Es una deliciosa y abundante combinación de fabas (judías blancas) con chorizo, morcilla, panceta y otros ingredientes que le dan su característico sabor y textura.»

Resumen

Clasificación: Reseñas históricas

Clase: Arte, cultura y deporte

Tipo: Escritores

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Avilés

Parroquia: Avilés

Entidad: Avilés

Zona: Centro de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Comarca: Comarca de Avilés

Dirección: Aviles

Código postal: 33402

Web del municipio: Avilés

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Avilés

Dirección

Dirección postal: 33402 › Aviles • Avilés › Principado de Asturias.
Dirección digital: Pulsa aquí



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